Los cuatros factores que están lastrando la economía

Un escenario externo sembrado de riesgos por la guerra comercial y su impacto en el precio del cobre y el tipo de cambio, se suma a las dudas con el consumo y la inversión. Es un cóctel que deprime las expectativas.

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Debido a las altas bases de comparación, la moderación del crecimiento en el primer trimestre de 2019 no fue una sorpresa. «La economía irá de menos a más este año», dijo el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, cuando se conoció el Imacec de enero. La frase, que coincide con la visión de los analistas, se convirtió en su marca registrada para enfrentar las débiles cifras que siguieron. Pero que la profecía se cumpla no significa que el impacto se disipe.

El crecimiento de solo 1,6% en el primer trimestre, bastante por debajo del 4,7% de igual periodo de 2018 y del 3,6% trimestre anterior, generó esquirlas que llegaron al mundo político. Algunos datos resultaron particularmente preocupantes para los economistas, entre ellos la ralentización de la inversión y el consumo, y que en términos desestacionalizados el crecimiento fue nulo respecto al trimestre anterior.

Como resultado, el mercado ha ido ajustando sistemáticamente a la baja sus proyecciones para la actividad 2019. Recientemente, la OCDE redujo su estimación para el año en curso de 3,7% a 3,4%, mientras que el FMI la mantuvoen igual cifra, que es levemente inferior al 3,5% de Hacienda.

Hoy, el interés de políticos y economistas es si se revertirán los factores que inciden en este menor crecimiento. La economista de Santander Estudios Sindy Olea explica que el bajo dinamismo se debe al deterioro del escenario externo, a un mercado laboral que se mantiene relativamente débil -lo que ha incidido en el consumo-, a un retroceso en la confianza y a efectos puntuales en la minería y posiblemente en la agricultura. «Todo lo anterior se ha visto reflejado en una importante contracción de la actividad minera y una moderación del ritmo de crecimiento de los sectores no mineros, que en el margen crecen por debajo de su tendencia», añade.

El factor externo
Si bien era claro que el crecimiento global venía acotándose y había claridad de que el inicio de 2019 no sería boyante, «cuando parecía que la guerra comercial tendía a resolverse nos encontramos con señales de que las soluciones se disipan y eso tiene un efecto enorme en expectativas», apunta el subgerente de Estudios de Econsult, Mauricio Carrasco. Comenta que a nivel nacional, el ruido político y económico generado se refleja en índice de Incertidumbre Económica de Clapes UC, que tuvo un alza fuerte en abril superando en 65% el valor de igual mes de 2018.

Para el economista jefe de Tanner, Sergio Godoy, la debilidad externa es el factor más relevante a la hora de explicar la desaceleración de la actividad. A su juicio, en este ámbito han influido más los efectos de la guerra comercial que el menor crecimiento global, aunque hace la excepción en el caso de la desaceleración de China y su menor demanda por materias primas.

Sin embargo, para el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, «el grueso del partido lo jugamos adentro. Si a Chile le va bien, va a depender en lo fundamental de lo que hagamos internamente».

Cobre y dólar, claves

Desde el punto de vista local, la cotización del cobre es la principal vícima de la incertidumbre global: a la fecha, el precio promedio fue de US $3,13 la libra en 2018 y este año bajó a US$ 2,83 la libra, muy lejos del US$ 3 la libra proyectada por Cochilco y Hacienda. «El 40%-45% de lo que exportamos es cobre, así que un menor precio tiene un efecto directo sobre las exportaciones. Pero, además, importa también la sensación de mayor riqueza que influye en las expectativas, como ocurrió en el periodo 2011-12, donde el mayor precio impulsó el consumo, el sector inmobiliario y los salarios», afirma el economista de Tanner.

Otro efecto local importante es lo que está ocurriendo con el tipo de cambio, que pasó de un promedio de $641 por dólar en 2018 a una paridad en torno a $670 en este ejercicio, lo que encarece los productos importados (como combustibles) y abarata las exportaciones chilenas. De hecho, las exportaciones se ralentizaron de forma importante en el primer tercio del año al contraerse 1,8%, y las importaciones se desaceleraron hasta 2,3% desde el 6,6% anterior.

«Lo que habíamos visto era que cuando se expandía la economía, el tipo de cambio caía, algo que ahora no está pasando. Entre 2017 y 2018 estuvo prácticamente estable, no tuvimos la ‘fiesta’ de importaciones y consumo que tuvimos en el 2011-12. Esto refleja una expansión de la economía que ha sido lenta para el consumo y este año se está notando más «, sostiene Sergio Godoy.

El desaliento de los consumidores

Luego de crecer 3,6% en el último trimestre de 2018, el consumo privado continuó desacelerándose hasta 3,2% en la partida de 2019. Aunque se trata de una diferencia acotada, «este es el primer año que el consumo privado crecerá menos que el PIB, lo que responde al escenario externo y también a la debilidad del mercado laboral», comenta Sergio Godoy.

El economista de BCI Estudios, Antonio Moncado, añade que el consumo privado está determinado de manera significativa por el desempeño del mercado laboral, donde «hemos visto deterioro en la creación de puestos de trabajo y en su composición: el empleo calidad, asalariado, está rezagado y el trabajo por cuenta propia ha vuelto a resurgir».

Dice que hay una importante desaceleración en la creación de empleo en el sector y que en el comercio, por un fenómeno estructural de mayor tecnologización, hay destrucción de puestos de trabajo. «Más allá de la metodología, es evidente que el rezago del mercado laboral restringe la posibilidad que se eleve el consumo hacia los próximos trimestres», concluye.

Los analistas suman también el lento desempeño de los salarios. El Índice de Remuneraciones del INE de marzo de 2019 registra un incremento real de 2,3% en 12 meses, y en particular acumula una variación de 1,3% real en lo que va de este año. Todo ello se traduce en que la confianza de los consumidores, medida por el índice IPEC que elabora GFK Adimark, acumulaba a abril nueve meses en zona pesimista, bajo los 50 puntos.

«Las expectativas de los consumidores se resienten a partir de un entorno externo algo más debilitado y la sensación que hay alta volatilidad en el mercado, junto con una moneda más depreciada que afecta el consumo de bienes durables. Se suma la debilidad del mercado laboral», describe Antonio Moncado.

El economista jefe de Scotiabank, Jorge Selaive, había advertido en Pauta Bloomberg sobre la desaceleración del consumo y que la creación de empleo habría apuntado particularmente a los inmigrantes. «Si tuviéramos un mercado tan boyante a nivel de los nativos, ¿por qué las confianzas de los consumidores están en terreno negativo?», planteó.

El «salvavidas» de la inversión

En el mercado hay proyecciones positivas para la inversión este año y en abril el Banco Central elevó desde 6% a 6,2% su perspectiva para esa variable. El componente más dinámico ha sido el de maquinarias y equipos (que creció 12,1% en el último trimestre de 2018), mientras que el referido a construcción y obras ha mostrado avances más modestos.

Pero en el primer tercio del año la inversión total creció 2,9% desde el 5,6% registrado en el trimestre anterior, lo que ha sembrado pesimismo en el mercado, que ahora estima que el Banco Central revisará a la baja su proyección anual para ese factor en junio.

«Aunque hay dudas sobre la inversión, creo que va a seguir siendo el driver que liderará el crecimiento este año», expresa el economista de Econsult, quien recuerda que, a pesar de la incertidumbre, la Corporación de Bienes de Capital (CBC) en su último reporte corrigió levemente al alza los proyectos catastrados para 2019. «Hay proyectos en minería y en construcción que van a seguir adelante, más allá de que pueda haber algo de menor dinamismo en la inversión. Eso está incorporado en el ajuste que hicimos desde 3,5% a 3,2% en nuestra estimación para el PIB 2019», acota.

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Lo que pasa con la inversión puede estar incidiendo también en cierto desaliento de los empresarios. El Índice de Confianza Empresarial (IMCE), elaborado por Icare y la Universidad Adolfo Ibáñez, sufrió su segundo retroceso consecutivo en abril y llegó a los 52 puntos; no se despega de los 50 puntos que separan la zona pesimista de la optimista.

El deterioro de expectativas de consumidores y empresarios «podría ser uno de los determinantes de las rebajas en las proyecciones de crecimiento para 2019 y 2020, en lo externo por un escenario más desafiante y en lo interno por el retraso en la aprobación de la reforma tributaria», apunta el economista de BCI Estudios. Mauricio Carrasco agrega que cuando hay incertezas que no se disipan, eso tiene un efecto económico. «Más allá de cuánto crecimiento pueda generar, la reforma tributaria tiene un impacto concreto en la inversión mediante la depreciación acelerada», dice.

La información es de: pauta.cl