Iván Aróstica, el admirador de Jaime Guzmán que encabezará el Tribunal Constitucional

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Sanmiguelino y coleccionista de armas, el abogado que fuera socio del ex contralor Ramiro Mendoza, asume este lunes en reemplazo de Carlos Carmona

Estaba en su casa en San Miguel arreglando su bolsón para ir a clases en el Liceo de Aplicación cuando Iván Aróstica se quedó pegado mirando la televisión. Era domingo, pasadas las 22 horas y Canal 13 transmitía A esta hora se improvisa. Uno de los panelistas lo deslumbró por la forma en que discutía de política aplicando criterios jurídicos. Era Jaime Guzmán Errázuriz. Fue ese día que Aróstica decidió que iba a ser abogado.

Hijo de un empresario microbusero que falleció cuando él tenía 15 años y de una dueña de casa que tuvo que sacar adelante a la familia, Iván Aróstica Maldonado (60 años) -quien mañana jurará como presidente del Tribunal Constitucional (TC) y como tal deberá dirimir en caso de empate entre sus miembros- se forjó en medio de una generación con intensa inquietud intelectual, en pleno gobierno de la Unidad Popular. Su familia siempre ha sido de derecha y -según sus cercanos- él también reconoce pertenencia a ese sector: “No lo esconde, ni olvida tampoco en qué vereda estuvo durante el régimen militar”.

En la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile -a la que ingresó en 1975- fue compañero de generación de los supremos Manuel Valderrama, Ricardo Blanco, Andrea Muñoz, el abogado Fernando Barros y el ex ministro del Interior Jorge Burgos. Este último lo recuerda así: “Era estudioso y buen alumno, su filiación política no la recuerdo si es que la tuvo. Opositor activo a la dictadura no me parece, en aquella época los activos no éramos muchos y nos conocíamos”.

El líder del movimiento nacionalista universitario de esa época, el ex diputado Enrique Estay, lo reconoce como “uno de los que votaban por nosotros” y explica que al interior del movimiento había distintas facciones. “Se hace una caricatura como que todos eran fachos, nazistoides, y no era así, había muchas corrientes católicas, pinochetistas, corporativistas, era un grupo bien variopinto”, recuerda.

Con el paso de los años, Aróstica mantendría simpatía y lealtad por los principios más conservadores y sus principales referentes, como al renunciar en 1997 a sus clases como profesor en la Universidad de Chile, luego de que una toma de estudiantes impidiera la nominación como decano de la Escuela de Derecho del abogado Pablo Rodríguez Grez.
El paso de Aróstica por esa escuela ya había marcado su vida. Ahí conoció a quien luego sería su socio, el ex contralor Ramiro Mendoza, y al maestro de ambos, Eduardo Soto Kloss, uno de los juristas más influyentes en la época del régimen militar.

Este último, católico practicante, pinochetista, antimarxista, promotor del derecho natural y de la “dignidad humana”, formó a una importante cantidad de abogados y académicos entre los años 70, 80 y parte de los 90, siendo Aróstica uno de los discípulos más fieles de quien era considerado por esos años como “un anarquista de derecha”.

Este historial explica que el voto de Aróstica no sorprendiera entre los abogados esta semana, cuando -en decisión de minoría junto a otros tres ministros del Tribunal Constitucional- sostuvieran que el proyecto que despenaliza a las mujeres que aborten bajo tres causales es inconstitucional.

Cercanos a Aróstica señalan que el abogado no cultiva grandes redes políticas, incluso que no adscribe a un partido en particular, sino que más bien le gusta mirar la política desde el prisma del derecho administrativo y público, su gran pasión. En ese sentido, Aróstica cree y aboga por menos Estado y más derechos para los particulares, una idea en la que ha profundizado en sus ensayos, donde estipula que el Estado tiene demasiadas atribuciones, que existen funcionarios con exceso de poder y eso genera abuso y corrupción. Por eso, es férreo defensor de la Contraloría y la existencia del TC.

El abogado es de aquellos que al hablar suelen nombrar a Dios, pero aunque es católico no pertenece a ninguna corriente en particular. Su esposa es médico, su cuñado fue un tiempo parte de la hermandad lefebvrista y su maestro Soto Kloss está relacionado con el Opus Dei. Sin embargo, ni él ni los miembros directos de su familia adscriben a estas corrientes.

Quienes han trabajado a su lado dicen que su gran orgullo son sus tres “hijos”. Dos de ellos son biológicos: uno es abogado y trabaja en la Contraloría, el otro es médico y cursa su beca en Psiquiatría. El tercero es su discípulo y abogado asistente, el profesor de la UC Nicolás Enteiche.

Una de las características más controvertidas del inminente nuevo presidente del TC es su simpatía por el mundo militar, una afición que afianzó cuando -entre 1984 y 1995- Aróstica se desempeñó como fiscal y director de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena). En esos años adoptó como hobbie el tiro al blanco, que practica con gran destreza, según un compañero del extinto Club de Tiro Cordillera. También de esa época proviene su nostalgia por no haber realizado el Servicio Militar y su empeño en coleccionar medallas, textos, tratados, figuras de mármol, armas, cuchillos y corvos que exhibe en su casa en San Miguel, comuna en la que vive desde su infancia.

Hernán Vodánovic, ex ministro del TC, asegura que “se ha hecho una caricatura con los gustos personales de Iván, si es coleccionista de corvos, si es un deportista de tiro al blanco ¡Qué importa!”. Agrega: “A mí me gusta el fútbol y el boxeo y eso no influye en mi autonomía, ni al momento de decidir. Pareciera que quisiéramos tener santos como autoridades o gente aburrida. Más allá de que con él tengamos discrepancias, yo creo que será un buen presidente en el TC”.

En un artículo en homenaje a Soto Kloss, Aróstica deja entrever sus impresiones de la Unidad Popular. “Vivíamos (sobrevivíamos) 1972 y el Estatuto de Garantías Constitucionales aprobado poco más de un año antes ya se revelaba en toda su inmensa debilidad (…). La pravedad del gobierno no encuentra en ella una contención efectiva a sus designios, a secuela de lo cual la población afectada se sume en la más completa indefensión, sin recursos jurisdiccionales eficientes para detener o revertir la represión oficial, las tomas e intervenciones masivas de industrias y predios, la clausura de radios y periódicos, el acoso violento contra la autonomía, las propiedades y la libertad”.

Años después, Aróstica se pondría en la vereda del Ejecutivo al asumir en 2010 como jefe jurídico del Ministerio del Interior del gobierno de Sebastián Píñera. Desde ese lugar -en el debut de una administración de derecha en 25 años- se ganó el reconocimiento del propio Mandatario, quien lo nominó en agosto de ese año como integrante del TC.

El abogado ya ha adelantado parte del sello que pretende poner a su mandato en el organismo: en contraposición al bajo perfil que cultivó su antecesor, Carlos Carmona, Aróstica decidió volver a la tradición de que sea el presidente del organismo quien comunique los fallos. Se lo pidieron sus pares y lo hará. Será la imagen visible hacia la comunidad.

Al jurar mañana por la presidencia del TC -en lo que puede considerarse el punto cúlmine de su carrera de abogado- es probable que Aróstica recuerde una anécdota de su formación profesional que suele contar con especial emoción: aunque nunca conoció a Jaime Guzmán, fue a una charla del asesinado senador UDI, oportunidad en la que -asegura- realizó uno de los actos más atrevidos de su vida cuando era un joven estudiante de Derecho. Levantó la mano e hizo una pregunta sobre el primer prolegómeno de los Derechos Fundamentales en torno al recurso de protección. “Muy inteligente pregunta”, replicó Guzmán. Aróstica sonrió.

Fuente: La Tercera