Carlos Irarrázaval, el «pacificador» de El Bosque que el Papa decidió premiar

Sus cercanos afirman que el sacerdote, que llegó en 2011 a reemplazar a Juan Esteban Morales, sucesor de Karadima, logró unificar a la golpeada comunidad de El Bosque. Eso sería clave para su nombramiento, hoy, como obispo auxiliar de Santiago.

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No la tuvo fácil Carlos Irarrázaval Errázuriz cuando en junio de 2011, hace casi ocho años, puso un pie en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de El Bosque como su nuevo párroco, nombrado por el entonces arzobispo Ricardo Ezzati.

Venía a reemplazar a Juan Esteban Morales, el último de los sacerdotes del círculo cercano a Fernando Karadima que estuvo en ese lugar, y en la feligresía había más desconcierto que otra cosa. Heridos y dispersos, los “habitués” de esa iglesia habían dejado de formar la comunidad granítica que era al alero de Karadima tras el destape de los abusos sexuales y de conciencia, además de las irregularidades en el manejo económico de la misma.

Hoy se supo que, en los próximos meses, el padre “Caco” -descrito como “bajo perfil” y de “carácter campechano”- dejará El Bosque para asumir como obispo auxiliar de Santiago junto con Alberto Lorenzelli Rossi, luego de que en marzo el Vaticano aceptara la renuncia de Ezzati y nombrara como administrador apostólico al obispo Celestino Aós.

Sus amigos creen que esta vez tampoco la tendrá fácil. Incluso dicen que esta mañana, cuando se enteraron de la noticia, no sabían si felicitarlo o darle el pésame. Porque ocuparse de la diócesis de Santiago -golpeada por diversos casos de abuso y las consiguientes investigaciones judiciales que actualmente lleva el Ministerio Público- será una tarea cuesta arriba. Una para la que, afirman, su paso por El Bosque es fundamental.

Comité económico y ayuda a comunidades con párrocos denunciados

El 18 de mayo recién pasado Carlos Irarrázaval (53) cumplió 23 años desde que se ordenó sacerdote. Ese día, en la misa de la tarde de su parroquia, pidió por tres personas que han tenido ascendiente en su vida religiosa: el exarzobispo de Santiago Carlos Oviedo Cavada, el ex director y formador del Seminario Pontificio Mayor Vicente Ahumada, y el creador de la Fundación Las Rosas, Sergio Correa.

Entre las filas de la iglesia de Santiago se reconoce a Irarrázaval como un discípulo de este último, y mantiene amistad con otros tres sacerdotes que comparten la misma ascendencia: Cristián Castro, director del seminario pontificio, y Eduardo Howard, vicario de la Zona Oeste. También es cercano a Guillermo Greene, capellán general de la UC; y los padres Carlos Godoy y Fernando Valdivieso, director espiritual y de estudios del seminario pontificio, respectivamente.

Antes de ser cura, salió del colegio Tabancura (Opus Dei) y estudió derecho en la UC, carrera que no terminó. Una vez ordenado, trabajó en diversas parroquias, fue prefecto de Teología en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago y director de Radio María. Pero quienes lo conocen afirman que su experiencia al frente de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Providencia será clave en su nuevo cargo.

“Creo que tiene una larga experiencia de cura de hartos años, incluida la tarea delicada que fue acompañar a la comunidad de esta parroquia. Lo ha hecho bien y está a la vista su gestión como cura, y especialmente la de los últimos años”, dice su amigo y sobrino Fernando Valdivieso. “El hizo una bonita pega de acompañar transversalmente a la comunidad, a gente que había sido herida y que también había herido. Dio protagonismo a la comunidad en contraposición al clericalismo”, agrega.

Una tensa misa oficiada por Ezzati el 19 de junio de 2011 -a la que asistieron, por un lado, Karadima y Morales y, por otro, Irarrázaval y el nuevo vicario pastoral- marcó el inicio de su gestión frente a El Bosque. Entre los presentes también estuvieron algunos de sus amigos. El aterrizaje fue duro.

“Había un apego a una forma de funcionamiento, una historia, y él venía de afuera. Cuando llegó yo no lo quería ni saludar, estaba reacia, pero fue cosa de días de ver cómo se relacionaba con todos para ir abriéndole la puerta”, recuerda María José Zanetta (23), quien hoy encabeza la pastoral de jóvenes.

El padre “Caco” creó un consejo parroquial que aúna a quienes dirigen las diversas pastorales y un consejo económico, en el que participan religiosos y laicos, que lo asesora en temas administrativos.

“El se dio un tiempo para encontrarnos, recibir a los nuevos y ver cómo ayudar al resto. Esa ha sido su misión”, dice. “Es una persona respetuosa y prudente, es de acompañar mucho y de dejar que los laicos ayuden mientras él acoge sus propuestas”, añade.

El año pasado, además, tomó la decisión -junto con la juventud de la parroquia- de acompañar a otras iglesias que estuvieran pasando por casos parecidos al de Karadima. Es así como desde noviembre pasado mantienen una relación cercana con la feligresía de Nuestra Señora de Luján (Ñuñoa), en cuya cabeza estaba Jorge Laplagne, hoy investigado por abusos a menores de edad.

Irarrázaval tuvo que navegar en una comunidad dividida, pero también entre el grupo de sacerdotes que habían sido formados al alero de Karadima. “Carlos fue muy cuidadoso con quienes habían formado parte de la Unión Pía Sacerdotal para hacerles también un espacio en la parroquia”, cuenta Fernando Valdivieso. “La gran mayoría de ellos salieron muy resabidos, tuvieron que elaborar mucho qué pasó con ellos, con su historia personal. Casi todos han hecho una posición pública sobre el desastre que fue Karadima, y Carlos en eso fue un hermano, siempre les dejó su espacio”, afirma.

María José Zanetta asegura que “su experiencia puede servir mucho a otras comunidades dañadas y a la iglesia en general. El cree que para los curas destinados a parroquias víctimas del escándalo es muy relevante el acompañamiento”.

Pero el sacerdote Fernando Valdivieso añade otro desafío: “Es valioso que esté ahí porque en el presbiterio de Santiago aún persiste una herida, y en eso Carlos ha sido súper fraterno… Es un regalo para los curas”.

Esta mañana, La Tercera PM intentó comunicarse con Irarrázaval, sin éxito. En el comunicado emitido por la Iglesia de Santiago, el sacerdote afirmó que “acabo de cumplir este fin de semana, 23 años de cura y espero seguir viviendo el sacerdocio en esa actitud de entrega y de servicio a los que Jesús me confía. Yo creo que ahí está la clave, pero obviamente la Iglesia de Santiago en el tiempo que nos toca vivir, necesita un servicio más profundo, más integral y más sencillo, del encuentro con todas las personas”.

La información es de: latercera.com